Capítulo 8: La vida en Hong Kong


En cuanto entró el primer rayo de sol a mi habitación, desperté y me apresuré a salir. Conseguí un taxi fuera del hotel y le pedí al conductor que me llevara al aeropuerto internacional de Tokio, la noche anterior había conseguido un boleto a Hong Kong.

Durante todo el camino hasta el aeropuerto no dejé de pensar en el sueño de la noche anterior. No lo entendía. ¿Por qué ese hombre se empeñabaa en molestarme hasta en mis sueños?. No era justo, porque ya no sentía nada por él.

Llegué al aeropuerto, le pagué al conductor del taxi y corrí rápidamente hasta el interior. Creí que ya era hora de partir. Miré mi reloj y apenas eran las siete de la mañanañ. El próximo vuelo a Hong Kong partiría hasta las diez, así que esperé hasta las nueve afuera del aeropuerto.

Cuando ya eran las nueve decidí entrar nuevamente, me dirigí a que trataran los asuntos de cualquier turista. Después de pasar por los asuntos del pasaporte, del papeleo, y de que revisaran mi equipaje; logré sentarme en una silla y esperar.

Por fin eran las diez, y el avión estaba a punto de partir. Escuché la llamada para subir al avión, tomé mi mochila y ocupé mi lugar. Me tocó junto a una ventanilla, a mi lado estaban sentadas tres personas: dos papás con su hijo. Comprendí que tardaríamos en llegar a Hong Kong, así que me acurruqué junto a la ventanilla y me dormí.

De pronto una voz me despertó, era una azafata. Me preguntaba lo de siempre: ¿qué quiere tomar?, ¿qué quiere comer? Le respondí que con un vaso de agua y con algunas frutas quedaría satisfecha. Mientras comía, vi a mis compañeros de viaje, era una familia de rasgos orientales. Miré a mi alrededor y noté que yo era la única occidental. La verdad me sentía extraña.

Cuando terminé de comer, la azafata retiró todo aquello de mi lugar. Después estuve largo rato mirando por la ventanilla. Lo hacía para evitar a mis compañeros de viaje, pues había notado que desde hacía un buen rato me miraban de una extraña manera. De pronto el padre me habló, y yo, asustada, voltee hacia ellos.

"'¿Si?", fue lo que dije. Vi como su mujer, que cargaba a su pequeño hijo, también me miraba. De pronto el padre de aquella familia se dirigio a mí nuevamente: "Disculpa, pero a mi esposa y a mi nos ha sorprendido que una persona como tú viaje sola hacia Hong Kong, especialmente al lugar donde nos dirigimos. Nos hemos enterado de que las cosas no van muy bien por ahí". Esto fue un alivio para mí, realmente pensé que querían una cosa muy diferente, pero como siempre respondí de una manera grosera: "Bueno, yo no entiendo por qué les preocupa lo que me pase. Si Hong Kong es como dicen, no creo que sea una buena idea llevar a su hijo a semejante lugar, ¿o no lo creen así?. Lo que yo creo es que ustedes son los que no deberían ir, yo soy muy buena en artes marciales y puedo defenderme. Pero no creo, señor, que ni su esposa ni su hijo puedan hacer algo para defenderse. No entiendo por qué quieren ir allá, pero, les aconsejo que no vayan. ¿Qué les parece mi consejo".

De pronto vi como el padre puso una expresión bastante seria y observé como su esposa abrazaba a su hijo y comenzaba a llorar. ¡Qué mal me sentía en aquellos momentos! Pero yo no conocía las razones que tenían para viajar a una zona fuera de control.

Pedí disculpas, así el padre me contó su historia. Parece que la compañía donde trabajaba había quedado en quiebra. Así que un hombre le ofreció trabajo a él y a su familia en Hong Kong, en una compañía llamada "sombra" o algo así.

¿Sombra?, ¿qué podía ser eso? Nunca antes había escuchado hablar de esa compañía. Le dije esto al señor y él respondió que tampoco sabía exactamente lo que se hacía allí, pero que no podía desperdiciar ése trabajo, porque era su última oportunidad para sobrevivir.

Lo que me dijo me hizo sospechar de esa compañía, así que hice un trato con aquella familia: Yo los acompañaría el tiempo que me quedara en Hong Kong, así podría averiguar algo sobre "sombra".

Quizá esto despierte nuevas dudas en ustedes, por ejemplo: ¿Cómo fui capaz de irme con una familia desconocida?, bueno, después de todo lo que había pasado en mi vida esto no me afectaría más de lo que ya estaba. Y si llegaba a pasarme algo, a nadie le importaría.

Por fin llegamos a Hong Kong, debo admitir que el lugar donde llegamos no era muy bonito, no tenía nada de turístico, entonces supuse que aquella era una zona de la ciudad manejada por sombra. También descubrí algo curioso, el avión donde viajamos estaba lleno de familias como la de los Hirame, que era con la que me había unido en el avión. Parecía que todos eran parte de la misma compañía, algunos llevaban hasta dos hijos para ponerlos a trabajar.

Un hombre se presentó como nuestro guía en el mundo de "sombra", que no parecía ser una compañía nada limpia, porque todo el tiempo estuvimos escondiéndonos de la policía. El guía desapareció cuando llegamos a un edificio muy grande, estaba en la zona más peligrosa de la ciudad y ni la policía quería acercarse.

Esa parte de la ciudad estaba casi destruida. Había venta de drogas, prostitución y peleas ilegales. Cuando entramos al edificio y cruzamos hasta un cuarto muy escondido, me di cuenta de lo que se trataba "sombra".

Otro guía, que no era nada amable, nos explicó que "sombra" se dedicaba a vender drogas en esa zona de la ciudad. Toda la gente se asustó y muchos le explicaron al guía que no querían dedicarse a eso, que si fuera posible querían irse, juraron que no hablarían. El guía dijo: "Está bien, pueden irse". Noté como dijo esto con una cruel sonrisa en los labios y cuando la primera familia cruzó por la puerta, el guía los mató a todos con la pistola que rápidamente había sacado de entre sus ropas. Cuando todos vieron eso, se quedaron en su sitio y esperaron ordenes. Entonces comprendí que no podría escapar, que nunca más volvería a salir de ese lugar y lamenté haber acompañado a los Hirame hasta ese sitio. Y más lamenté el haber dejado el dojo, porque por lo menos ahí no tenía contacto con esa clase de cosas, hasta el sensei era menos peligroso que el tipo que tenía ahora enfrente.

¿Qué clase de hombre se atrevería a matar a una familia, incluso a niños pequeños a sangre fría? Sólo él, se hacía llamar Tai, el hombre que nos controlaba y nos hacia trabajar todas las noches. A mí me tocaba trabajar con los Hirame, trabajábamos en un centro de peleas ilegales, siempre había muchos clientes y las ganancias eran buenas. Del lugar no había muchos clientes, porque casi todos nos dedicábamos a vender drogas, la mayoría de los clientes eran turistas que sólo iban a Hong Kong para conseguir cosas ilegales en el mercado negro.

Pero nosotros llevábamos una vida miserable, siempre dormíamos muchas personas en una sola habitación, estos cuartos eran muy húmedos y fríos. La primera noche que pasé ahí pensé en huir, pero con tan sólo recordar lo que le había pasado a la primera familia que decidió irse, preferí quedarme con los Hirame. Aunque nada era peor que el mismo Tai, ni la terrible comida ni las horribles condiciones de hacinamiento en las que vivíamos eran peores que él. Tai casi no nos daba de comer y tampoco nos pagaba. Pensé que era el hombre más malo del mundo, bueno, esto era lo que yo pensaba...hasta que conocí al jefe de Tai.

Creí que todas las ganancias eran para Tai, pero el primer fin de semana vi a un hombre llegar y hablar con él. Se veía bastante malo, hasta el mismo Tai parecía tenerle miedo cuando hablaba con él. Vi como Tai le entregó dinero al otro hombre, quien resultó ser el jefe de Tai, se hac\'eda llamar: Ho-Nam.

Mientras Ho-Nam contaba las ganancias, noté como Tai se ponía cada vez más nervioso. Cuando Ho-Nam terminó de contar, vi como se enojaba poco a poco. Fue aterrador, la primera vez que lo vi pensé que estaba molesto, pero no tanto como en ese momento. Hizo un ruido muy extraño con la boca y levantó a Tai del suelo (tenía casi el doble de tamaño que él), y lo sacudió hasta que dinero cayó de sus bolsillos. ¡Claro!, ¡si Tai era un ladrón que pretendía engañar a Ho-Nam!

Lo que sucedió después no fue más agradable que lo que vi el primer día que llegué a Hong Kong, fue una suerte que yo estuviera escondida tras un hueco construido por antiguos trabajadores del lugar. Ho-Nam lanzó a Tai al piso, lo noqueó de un sólo golpe y recogió el dinero del piso. Estaba a punto de irse cuando la señora Hirame pasó por la habitación, con su hijo en los brazos, entonces sucedió algo terrible:

Ho-Nam sacó una pistola, primero disparó en la cabeza al desmayado Tai. El bebé Hirame comenzó a llorar por el disparo y la señora Hirame a su vez corrió protegiendo a su hijo, pero no fue muy lejos. El señor Hirame llegó de pronto y trato de luchar contra Ho-Nam, pero no pudo hacer nada contra semejante hombre. Ho-Nam arrojó al señor Hirame sobre el piso y le disparó a la señora Hirame en la cabeza, ésta cayó al piso, todavía con su hijo en los brazos, su bebé aún vivía. El señor Hirame lo vio todo y se lanzó gritando hacia Ho-Nam, pero, ¿qué podía hacer un hombre tan pequeño y débil como el señor Hirame contra una tremenda masa de músculos como Ho-Nam? Absolutamente nada.

Ahora toda la familia Hirame estaba muerta, excepto su pequeño hijo que aún lloraba en los brazos de su madre. Yo no podía creer lo que estaba observando. ¡Fue tan horrible! Entonces, el ver a la señora Hirame muerta con su hijo en los brazos y al señor Hirame muerto junto a su familia, me hizo recordar a mis padres.

Mis padres... Hace tanto que no los recordaba. Al ver tan aterradora escena me imaginé en el lugar del bebé Hirame, ¿y si mis padres hubieran muerto de la misma forma que esa?, ¿qué habría pasado conmigo? No lo sé, pero lo que importaba en aquellos momentos era la vida del pequeño Hirame.

Cuando vi que Ho-Nam se acercaba al bebé, pensé que su corta vida había terminado, lo di por muerto. Pero, ¿podrían ustedes abandonar a un ser indefenso ante un hombre como aquel? Dudé en arriesgar mi vida por la de ese pequeño, además, si lograba salvarlo, ¿quién me aseguraba que lograríamos salir con vida de quella zona de la ciudad?. Finalmente decidí actuar, ahora que Ho-Nam estaba de espaldas, decidí atacarlo con un pedazo de concreto que estaba a mi lado, sobre el piso. Lo tomé y muy lentamente me acerqué a él.

Ya estaba muy cerca de él cuando de pronto pisé algo que crujió. Ho-Nam miró hacia atrás y entonces actué. Fue el golpe más fuerte que había dado hasta aquel día, el pedazo de concreto se rompió en pedazos y Ho-Nam se desmayó. Debía irme rápidamente de aquel lugar, porque el efecto del golpe no duraría mucho tiempo. Salté a Ho-Nam y llegué hasta el cuerpo de la señora Hirame, tomé a su hijo, también mi mochila y salí corriendo.

Pensé en salvar a todas las demás familias, pero ellos ya estaban encerrados. No pude hacer nada porque había muchos guardias cuidándolos. A mí se me había permitido salir un momento para entregarle las ganancias del día a Tai, como ya había tardado demasiado en regresar, seguramente los guardias ya estarían buscándome.

Ahora me encontraba huyendo por la calle con el bebé Hirame en los brazos, era muy temprano, así que no había vendedores de drogas, ni chicas fáciles, ni peleas ilegales, pero sí había montones y montones de ebrios tirados en las calles. De esa manera me sería fácil escapar, ya me veía fuera de esa zona, a salvo en la ciudad normal.

Pero lo que yo no sabía era que en el edificio de sombra, algunos guardias encontraron los cuerpos de los esposos Hirame, el cuerpo de Tai, y el cuerpo de su jefe: Ho-Nam. Les sorprendió ver a Ho-Nam noqueado sobre el piso, trataron de despertarlo y cuando lograron hacerlo, Ho-Nam quería venganza.

Ya había pasado un buen rato desde mi huida, casi salía de la zona de los vicios. Ahora estaba despreocupada y caminaba tranquilamente. Ese fue mi error, porque Ho-Namy sus hombres casi me habían dado alcance. De pronto escuché varios disparos a mis espaldas y comencé a correr nuevamente, la salida estaba justo frente a mí. Pero había varios hombres de Ho-Nam cerrando la entrada, cuando vi a Ho-Nam, estuve a punto de desmayarme.

Ho-Nam sacó su pistola, se acercó a mí y me apuntó usto en la frente. Fue cuando cerré los ojos y esperé el final. Pero de pronto un hombre llegó y venció a todos los hombres de Ho-Nam en un momento. Parecía que Ho-Nam lo conocía, entonces tomó mi cabeza entre sus brazos y colocó la pistola en mi cabeza. Ho-Nam amenazó a aquel hombre con matarme si no se iba, pero estas palabras no lo convencieron y atacó.

¿Cómo pudo aquel hombre arriesgar mi vida y la del bebé Hirame? ¿Tan seguro estaba de si mismo? Así era, con una patada arrancó el arma de la mano a Ho-Nam. Al verse desarmado, Ho-Nam me lanzó hacia los escombros y trató de salir huyendo. Pero el hombre que me defendió saltó frente a Ho-Nam y lo tomó fuertemente por la garganta...Ho-Nam estaba muerto.

Quedé sorprendida al ver los movimientos de aquel hombre, incluso llegué a pensar que era mi sensei. Entonces lo miré, no era él, era otro hombre muy diferente. Mi salvador, que se llamaba Fei Long, me llevó a un lujoso auto que esperaba fuera de la zona peligrosa.

Me llevó hasta un lugar seguro y mientras lo hacía preguntó si el bebé que llevaba en los brazos era mío. Me sentí mal, porque ahora el bebé Hirame era huérfano. Le conté todo a Fei Long: sobre sombra, la muerte de los esposos Hirame, la muerte de Tai, sobre Ho-Nami... Le dije que yo no podía cuidar a un bebé, le conté todo sobre mí...excepto sobre el dojo.

Fei Long escuchó todo atentamente y me prometió conseguirle un hogar al pequeño Hirame. Le pregunté si podía hacer algo con sombra, denunciarlos o algo así; pero me dijo que la dichosa "sombra" estaba totalmente fuera de control. Le di las gracias y le dije que podía dejarme ahí mismo, en la calle, pero no quiso, me dijo que necesitaba un baño y ropa limpia. Esto me apenó bastante, pero llevaba una semana en condiciones de hacinamiento.

Fei Long me llevó a su casa, era una mansión muy elegante. Le dijo a una de sus sirvientas que me llevara hasta una habitación, me dijo que cuando terminara de bañarme me ayudaría a viajar fuera de Hong Kong. Yo acepté, pues todo era mejor que quedarme en ese lugar.

La sirvienta me llevó hasta una habitación. Arrojé mi ropa y mi mochila sobre la cama y me di un baño. Cuando terminé, vi que mi ropa ya no estaba, en su lugar había ropa nueva. Para ir al dojo sólo había llevado un pantalón y una sudadera, pero ahora había ropas orientales sobre la cama. Un bello traje de seda color rosa con detalles dorados.

Me vestí. Ya era de noche. Alguien tocó la puerta de mi habitación y me llamó para cenar. Así que dejé la habitación y fui llevada hasta un elegante comedor, en el cual cenamos Fei Long y yo. Le pregunté sobre el bebé Hirame, me dijo que el pequeño estaba descansando en otra habitación.

Debo admitir que estaba algo asustada en esos momentos, pensé que Fei Long tenía otros planes para mí, pero estaba equivocada. Sólo me preguntó una cosa: "¿Te gustan las artes marciales?". Yo respondí que sí y le conté que en mi país era una de las mejores, hasta estuve a punto de decirle lo del dojo, pero me contuve.

"¿Te gustar\'eda ver una pelea callejera"?, preguntó. Esa pregunta me impresionó un poco, no sabía lo que era eso, así que le pregunté a Fei Long: "¿Qué es eso, para que sirve?". Fei Long respondió que en las peleas callejeras se enfrentaban peleadores para ganar dinero, la gente que los veía apostaba a uno de los dos y que, por lo regular, ese tipo de peleas siempre se hacían en lugares escondidos para que la policía no los encontrara. Su explicación me sonó tan familiar que sólo dije: "¿Peleas ilegales? Está bien".

A mí no me gustaban esa clase de cosas y mucho menos por lo que acababa de vivir en "sombra". Pensé que iríamos a la zona de la ciudad en donde trabajé, pero no, Fei Long me llevó a otro lugar. Había mucha gente que gritaba sin parar y agitaba billetes en sus manos, muchas personas saludaron a Fei Long, parecía ser muy famoso. A mí ni siquiera me prestaron la menor atención.

Nos quedamos casi toda la noche, noté que a Fei Long le encantaban las peleas callejeras y todas las noches hacía lo posible por verlas. Casi era de madrugada cuando abandonamos el lugar. Llegamos a casa de Fei Long y cada uno se fue a su respectiva habitación para poder descansar.

Me quedé una semana en la casa de Fei Long, pues le conté que quería aprender algo de sus maravillosas técnicas; así que aceptó entrenarme por una semana, pues sólo le quedaba ese tiempo de vacaciones. Me prometió que el fin de semana me ayudaría a conseguir un boleto para Tailandia, se lamentó de no poder enviarme más lejos, pero en esos momentos le era más fácil enviarme allá, además me daríad dinero para poder mantenerme más tiempo.

El fin de semana me llevó hasta el aeropuerto internacional Kai Tak y me acompañó hasta la entrada del mismo. "¿Por qué haces todo esto por mí?, ¿desde cuándo alguien como tú se preocuparía por alguien como yo?", le pregunté. Fei Long sonrió y me dijo que me diera prisa, me dio un boleto para Tailandia y me apresuró aún más. Así que corrí hacia el interior, justo en la entrada había un puesto de revistas y vi el rostro de Fei Long en todas ellas, además vi muchos anuncios en las paredes que mostraban su rostro, compré una.

Fei Long estaba por entrar a su auto cuando salí corriendo para despedirme de él: "¡Adiós Fei Long! ¡Gracias por todo!". Sosteniendo al pequeño Hirame en los brazos, Fei Long me despidió por última vez.

Cuando estaba en el avión, me entretuve leyendo la revista, estaba interesante, en la portada decía: "La vida de Fei Long". Entonces me di cuenta de que Fei Long era muy famoso en su país, era una super estrella de películas de artes marciales, como Bruce Lee o Jackie Chan. "¡Claro! ¡Eso explica el tamaño de su casa y el que todos lo conozcan!", pensé emocionada.

Guardé la revista en mi mochila, miré por la ventilla para ver por última vez Hong Kong. Pensé en todas las personas que se habían quedado trabajando como esclavas en "sombra", pero una sola persona no puede hacer nada contra toda una organización...A menos que fuera millonaria o algo así.