Capítulo 4: ¡Sensei!
Acababa de dormirme cuando cuando escuché la voz del sensei, llamándome. Casi no podía levantarme. Estaba casi segura de que terminaría dormida a la mitad del entrenamiento. Así que rápidamente fui al río y sumergí la cabeza en el agua...¡Estaba helada! No me fui difícil despertar pronto y comencé mi entrenamiento corriendo por el valle, quizá vería al hombre desconocido de nuevo. Pero no me di cuenta de que alguien me estaba observando y corrí despreocupadamente hacia las escaleras grises.
El camino estaba húmedo, aún había neblina y apenas comenzaba a salir el sol. Además debía ir por agua al río, al final del entrenamiento. Mis días siempre estaban ocupados y el entrenamiento siempre era el mismo: correr y correr como loca hacia donde fuera. Comencé a dudar que el entrenamiento sirviera de algo y pensé en abandonar el dojo. Quizá aprendería más en un instituto normal, como lo había hecho hasta entonces, pero si lo hacía no volvería ver al hombre desconocido, no podía irme sin antes saber quién era. Decidí que le sacaría toda la información al sensei, que hablaría con el desconocido y que después me iría. Me hice esa promesa y salí corriendo rumbo a las escaleras grises.
Cuando llegué a mi destino, me sorprendí, porque no había nadie. Y me sentí mal, porque había tardado demasiado en llegar a ese lugar. Mis ojos comenzaron a humedecerse, estuve a punto de llorar. Pensé en tirarme al piso y golpear el suelo con mis puños. Pero seguí firme con mi promesa, no perdería más tiempo en buscar al desconocido, ya habría tiempo de verlo más tarde. Entonces me fui decidida en busca del sensei. Pero no me di cuenta de que alguien había estado siguiéndome a lo largo del día y que ese alguien miraba como desaparecía a lo lejos.
El sensei se sorprendió al verme tan pronto de regreso. "Pensé que regresarías hasta en la noche...¿Dónde está el agua?", fue lo que pronunció el sensei, ya que no me era tan difícil entender lo que decía. Miré desafiante hacia su habitación y ahora me arrepiento de lo que hice ese día. Aquella tarde desafié a mi sensei con mis palabras y acciones. Estoy tan arrepentida. Haber olvidado llevar el agua, dejar el entrenamiento por una razón egoísta y las palabras que pronuncié esa tarde fueron mi más grave error...
Me acerqué insolentemente a su habitación y traté de abrir la puerta, pero no pude. Esto me enojó más y me hizo pronunciar las siguientes palabras : "¡Sensei! ¿Por qué se esconde tras ese cuarto? ¿Acaso me teme? ¿Teme a sus discípulos? ¿Teme que sean más fueres que usted...y que lo derroten?" El sensei no dijo nada, se quedó callado. Me enfurecí ante su silencio y continué: "¿Quién es ese hombre? ¿De dónde viene? ¿Por qué está aquí? ¿Por qué no entrena conmigo?" El sensei siguió callado, yo esperaba que me respondiera, pero no lo hice. Así que continué: "¡Estoy harta de su entrenamiento y de usted, es inútil! ¿Acaso cree que correr sin parar es un buen entrenamiento? ¡¡Hábleme, sensei!!" Pero no lo hizo, esperé casi quince minutos para escuchar su respuesta y lo único que dijo fue: "Estás verde". Fue lo único que dijo y la luz que iluminaba su habitación se apagó. Esperé inútilmente algo más, pero pasó nada. Así que me retiré enfurecida a mi habitación, esa noche no hubo lecciones. "¡Ese hombre es imposible!", pensé.
Yo no me había dado cuenta, pero el hombre que había estado siguiéndome todo el día, el desconocido, mi más grande interés, lo había visto todo. Él vio cómo le grité al sensei. ¡Lo vio todo! Y ahora estaba ahí, frente a mí...Yo me puse muy feliz, seguramente el se pondría de mi lado, porque el sensei tampoco se había preocupado por él. ¡El sensei era injusto! Pero mis pensamientos eran imbéciles. De pronto el cielo comenzó a oscurecerse, a prepararse para su lluvia. Apareció un rayo en el cielo, que iluminó el rostro del desconocido. Lo vi perfectamente: estaba molesto. Finalmente todo se oscureció nuevamente y se escuchó el ruido ensordecedor del trueno. Sentí miedo. No sabía lo que iba a pasar e imaginé lo peor del hombre que tenía frente a mí. Mi corazón comenzó a latir fuertemente y una gota de sudor resbaló por mi frente. El desconocido tomó posición de ataque: el puño derecho frente a su cara y el puño izquierdo frente a su cintura. ¿Qué iba a hacer? De pronto todo sucedió, muy lentamente...cerré los ojos y perdí el conocimiento al ser tan fuertemente golpeada.