Capítulo 2: La cena


Aquel día llegué muy tarde al dojo y el sensei estaba bastante molesto. Después de que me regañó un buen rato, me retiré a cenar a mi habitación.

Esa noche estuve en largo silencio tratando de cenar, la habitación estaba oscura y sólo era iluminada por una pequeña lámpara. Además hacía frío y me sentía mal por lo que el sensei me había dicho: "Si tienes otras cosas en la mente a parte de tu entrenamiento, deberías pensar seriamente en dejar el dojo", después de un rato, agregó: "Estás demasiado verde". Fue lo único que dijo, aunque aún no comprendía bien el japonés, esa fue mi conclusión.

Recuerdo que en cuanto llegué al dojo, el sensei me dijo que si no soportaba su entrenamiento podía irme cuando quisiera. ¡Pero yo no podía irme! Realmente no era justo, ¿es que acaso el sensei no podía entender que...él era el culpable por prohibirme a aquel hombre misterioso? Fue su error, la presencia de aquel extraño no me dejaba ni un minuto tranquila, la curiosidad casi me vencía, pero no podía ceder, porque había sufrido mucho por ingresar al dojo y no podía irme tan fácilmente.

Me acosté. A veces sentía demasiado miedo. La habitación era muy grande, también había muchas camas sobre el piso, no exactamente camas, sólo un cobertor y una almohada, todos del mismo color azul marino, o más bien eran todos grises. Pero yo era la única en toda la habitación y la luz de la lámpara reflejaba cosas horribles sobre el piso y las paredes. Creí que jamás me acostumbraría a eso. Cerca había un bosque de pinos, así que podía escuchar el viento en sus copas.